Escrito por: Leidy Cañas Torres. Psicóloga.
Para iniciar con la explicación es importante situar
dos términos: la palabra y el concepto, la palabra no es lo mismo que un
concepto, todo concepto requiere de una palabra para ser expresado y no toda
palabra se constituye como concepto.
La argumentación
se relaciona con el significante y significado de las estructuras lingüísticas y la relación de objeto –
sujeto, los significados quedan supeditados, enmarcando explicaciones mucho más amplias, como es la
descripción del
texto.
Tomando como referencia lo anterior se encuentra:
¿Qué es lo que constituye
una palabra para ser concepto?, ¿qué le pido a una palabra?
Una simple palabra no logra generar apertura y significado
para constituir un concepto, requiere de varias acepciones. El contenido histórico, contenido semántico y contenido filosófico: son fundamentos
que estructuran y formulan el significado para ampliar el desarrollo del termino
“Concepto”.
Así la
referencia del concepto toma relevancia en la estructuración y significado dado
por el interlocutor. En el momento de expresar, refutar, encaminar,
cuestionar, trasladar y explicar una acción, se instaura una manifestación personal;
la intención del escritor se fundamenta en el lenguaje y en la interacción
fenomenológica creando y/o desarrollando un discurso.
Cuando se desarrolla un diálogo entre
dos o más personas, la comunicación se amplia por medio de las acciones
lingüísticas manifiestas en el contexto dialógico, puede surgir y encontrarse
interpelaciones, estructuradas por la duda o incomprensión del tema o acto
comunicativo. El fenómeno
puede resolverse por medio de los interlocutores, en una acción básica o un acto lingüístico manifiesto en
preguntas y respuestas, desarrolladas por las dudas manifiestas en la
comunicación.
Por medio de esta descripción se estructura la siguiente pregunta: ¿para qué se lee?, Fundamentando
la respuesta y según
sea la tipología
textual, el resultado será
distinto. “Si
todo discurso se actualiza como acontecimiento, todo discurso es comprendido
como sentido” (Vélez, 2010, p. 88).
Concomitante a lo anterior, el texto no es efímero, la importancia de
los actos discursivos escritos fijan intención comunicativa como una intención lingüística. “Es aquello que se
realiza como discurso escrito y se destina a un lector que, al interpretarlo,
puede abrirse a la comprensión
de sí” (Vélez M., 2010, p. 88).
Comprender un texto es comprenderse a sí
mismo.
De manera reciproca, en la acción
comunicativa además del texto, se manifiesta el diálogo, propiciado por agentes
protagonistas e interlocutores, donde están los dos: (tú y yo presentes). Por
lo general en la escritura no se encuentran presentes en el mismo lugar el
autor y el lector, siempre hay uno de los dos que no esta, en este caso el autor
sería el ausente.
Por lo tanto, quién esta sólo es el lector…
observemos la siguiente relación: texto
– lector, sujeto – emisor, sujeto - receptor. Si alguno de los dos no entiende, puede
interpela al otro, buscando una explicación. Qué
ocurre cuando un lector lee un texto y no entiende, ¿qué opción le queda?
Se estructura la respuesta y se fundamenta en el
cuestionamiento que puede hacer el lector
hacia el mismo texto. Cuando se genera una interpelación: el lector interpela
al otro, en este caso, ¿a quién
exhorta el lector?
Cuando el lector no encuentra a quién interpelar, surge o se genera un sentimiento de
frustración, un sin
sabor e impotencia, al generarse esta sensación, se intenta resolver la dificultad entendiendo,
buscando y permitiendo dar solución
a su angustia o problema. Paralelamente,
al autor le queda imposible ver la bibliografía de sus lectores. Es por esto, que el autor debe
comprender y explicar el texto. Así
que toda comprensión
es para sí mismo y
la explicación es
para el otro, generando de nuevo el arco
hermenéutico, en la medida que la explicación se desarrolle claramente, la comprensión de sí mismo se fundamenta.
El sujeto o la persona explica mejor, si en su efecto comprende, en este
sentido gana en comprensión.
Es una comprensión
de doble sentido (afuera –
adentro, adentro –
afuera), si comprende y explica bien, ineludiblemente el otro entiende.
Ahora bien, el arco hermenéutico se estructura
como un proceso para la explicación, se requiere entender para explicar una
idea o dar una interpelación, de esta manera la comprensión y la explicación se estructuran en un
proceso continuo de actos tanto escriturales como verbales.
Se lee el texto para comprenderlo mejor. La comprensión acontece, en un darse
cuenta “Dasain”
(Heidegger,1998) acontece en “Usted”, en el sujeto, en el
lector. Es difícil explicar la dinámica en el otro, cuando no hace parte de la
comprensión; en tanto más claridad se tenga, mayor consciencia tendrá la
persona que en su proceso comprendió.
El lector que interpreta un texto puede abrirse a la comprensión de sí. Cuando la persona reconoce y reconstruye el sentido de un concepto, es capaz de realizar un ejercicio de observación, facilita una reconstrucción interna, se apropia de su introspección.
Consideraciones:
En ocasiones, lo que se piensa no concuerda con lo que se
detalla o se plasma en la intención
de la escritura, así se
tenga claridad sobre un concepto de manera interpretativa y explicativa; la
acción de
redactar, plasmar y desarrollar la misma idea, dificulta la visualización de lo pensado en el
desarrollo de lo escrito.
Si me comprendo a mí misma, se estructura
una adecuada explicación
en el otro, permitiendo, a la vez, un entendimiento interpretativo, por lo
tanto, el alcance es por medio del otro, cuando el otro
entiende, se fundamenta la compresión hermenéutica y esta a la vez desarrolla una comprensión fenomenológica e
introspectiva.
En el aspecto psicológico, se aclara
que este enfoque es para personas racionalmente claras en sus procesos cognitivos,
procesos de pensamiento y procesos lingüísticos. Algunas acciones descritas me
llevaron a realizar conjeturas relacionadas con la interpelación que hace el
otro, ¿cómo se evidencia en el aspecto social? e inclusive ¿cómo se desarrollan
algunas facetas o áreas en el ámbito laboral? y ¿qué pasa cuando no comprenden?
y mucho más cuando se esta en un ensimismamiento constante, donde no hay sujeto,
no hay otro, no hay ilación.
Otra ambigüedad, esta relacionada con
el aspecto consciente del sí mismo, cuando las personas se comunican o generan
diálogos a partir de algunos estados involuntarios, se observa otro tipo
de interpretación.
La incongruencia radica en el estado subconsciente, es como si algunas personas
estuvieran en un tiempo o espacio establecido interactuando con el otro, pero
no saben en su sentir, vivencia y percepción, diferenciar quienes son; no interpelan, no saben
que quieren, ni mucho
identifican su comprensión.
Una de las posibilidades de relación
autentica, es posibilitar las diferencias. Compartir el mundo interior de forma
disímil, reconociendo al otro, identificando otras formas de vivenciar la
realidad, por medio del sí mismo y por medio de la interacción, la vivencia y la congruencia manifiestas en los actos escriturales y lingüísticos; a partir de sí, a partir del
otro.
La importancia reside en como un simple
término “Concepto” puede llegar a transformar realidades, puede brindar
explicación de un contenido hacia el otro, puede configurar psíquicamente el
proceso de introspección de una persona, transmutar una realidad y mucho más
instaurar la comprensión hacia sí mismo.
BIBLIOGRAFÍA
Guidano, V. (1991). El
sí mismo en proceso. Barcelona, editorial Paidós.
Heidegger, M. (1998) Ser y tiempo, editorial Universitaria
Santiago de
chile.
Ricoeur,
P. (2006) “El problema del doble sentido
como problema hermenéu- tico y como problema semántico”. En: El conflicto de
las interpretaciones. Ensayos de Hermenéutica. Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica.
Sartre, J.
P. (1992). EL Existencialismo es un
humanismo, Buenos Aires, Ediciones del 80.
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