martes, 11 de octubre de 2016

EL IMPACTO DEL DOLOR

“La furia residual de las antiguas heridas puede compararse con el trauma de una herida de metralla. Es posible extraer casi todos los fragmentos de metal del proyectil, pero siempre quedan los que son diminutos. Cabría pensar que, si se han eliminado casi todos, el problema ya está resuelto. Pero no es así. En ciertas ocasiones, esos minúsculos fragmentos se retuercen y dan vueltas en el interior, provocando una vez más un dolor idéntico al de la herida inicial (y entonces se produce un estallido de cólera).
Sin embargo, la causa de este resurgimiento no es la inmensa cólera inicial sino las minúsculas partículas que quedan de ella, los elementos irritantes que todavía permanecen en la psique y que jamás se pueden extirpar en su totalidad.
Éstos producen un dolor casi tan agudo como el de la lesión inicial. Entonces la persona se tensa, teme el impacto del dolor y, como consecuencia de ello, el dolor se intensifica. La persona está efectuando unas drásticas maniobras en tres fuentes: uno, trata de contener el acontecimiento exterior; dos, trata de impedir que se transmita el dolor de la antigua herida interior, y tres, intenta afianzar la seguridad de su posición efectuando una carrera psicológica con la cabeza inclinada” (Estés, 2009, p. 501).

No hay comentarios:

Publicar un comentario