domingo, 6 de enero de 2019

ADULTEZ INTERMEDIA Y SU RELACIÓN CON LOS CAMBIOS FÍSICOS Y CORPORALES



Por: Leidy Cañas Torres
Psicóloga. Magíster en Psicología
Gerente y Representante Legal de la empresa 
"Gerencia de sí mismo"
Muchos de los cambios llevan a la crisis de la mitad de la vida y a la depresión, entre otras vaguedades.
 La adultez intermedia es una etapa del desarrollo en la que se presentan cambios físicos, psíquicos y sociales que son vivenciados de manera singular. Se asocia con características relacionadas con la madurez psicológica (McFadden, 2012), la autogestión, la tolerancia, la conciencia moral, la responsabilidad y los valores humanísticos.

Si bien la mitad de la vida es una época de logros interesantes y desafiantes, es un periodo de relativa estabilidad relacionada con recursos personales, influencias sociales y productividad, sin embargo, es en esta etapa donde las personas se realizan muchos interrogantes relacionados con la capacidad física, la capacidad mental y la capacidad profesional (Glaus, 2002). 

Al darse el cambio, el hombre cree que puede seguir en la segunda mitad de la vida con principios y medios de la primera (1 -35 años). Las personas se esfuerzan por mantener lo que han adquirido y lo que han desarrollado en sus primeras experiencias y etapas de vida (Glaus, 2002).

Durante la transición de la juventud hacia la vejez, uno tiene que hacer frente a varias perdidas. Como consecuencia de ello se requiere acomodar las nuevas tareas psicológicas especiales a nuevas circunstancias “retos” Krisztina s. PetiK, aniKó Kézdy & Fruzsina Kocsis  (2012).  

Manukyan (2015) ubica la adultez intermedia a partir de la adultez temprana y la tercera edad o vejez. Glaus (2002) señala que la adultez intermedia se encuentra relacionada con la madurez, su ciclo puede iniciar a los 40 y finalizando a los 60 años, Steven (1994) manifiesta como entre los 38 y 43 años puede surgir la crisis de la mitad de la vida. Por su parte, para Levinson existen la preadultez (17-45 años), la adultez intermedia (40-65 años), la adultez tardía (60-80 años) y la ancianidad a partir de los 80 años. Según Loevinger la mitad de la vida se produce en un transcurso de 40 a 45 años, dando paso a la adultez intermedia (Martínez, 2005). Para el presente escrito, se entenderá la adultez intermedia de acuerdo con lo propuesto por Glaus, es decir, personas entre los 40 y 60 años.

Hernáez, (2012) relaciona cambios y roles familiares dando la acotación al “nido vacío” y “mirar hacia fuera”, después de casarse y aún cuando los hijos están grandes. Lo cambios se caracterizan por el reorganización de roles, por la adaptación a los nuevos miembros del sistema familiar e incorporación de otras tareas. 

Hernáez, (2012) propone como muchas de las metamorfosis con la familia están relacionadas con las conformación de nuevas parejas, de esta manera el lugar de los hijos juegan un papel importante por el cambio y el desarrollo fundamental a partir de los juegos de roles. Aún con la decisión de tener hijos, ellos por ciclo natural y vital, crecen, formalizan otros espacios, se relacionan y se comportan de acuerdo a  su proceso o necesidad.

Consecutivamente, una vez detallado algunas connotaciones importantes a partir de los cambios en el proceso vital, expondremos algunas investigaciones en las que se evidencian los cambios en diversas sociedades y culturas.  

Lachman, (2016),  por medio de un estudio longitudinal con más de 7.000 adultos, (MIDUS; Brim, Ryff, y Kessler, 2004) examina la adultez intermedia a partir de una perspectiva evolutiva de vida útil, con un rango de edad de 25 a 75 años, el estudio fue seleccionado para proporcionar información sobre las transiciones de ingreso y salida en la mediada edad.

McFadden por medio Waiten y Harrison (1992) expone como puede verse afectada la relación de las mujeres en la adultez intermedia con amigos y familiares, donde muchos de los asuntos se encuentran relacionados con factores circunstanciales como el ingreso económico, la ocupación, los malestares físicos, los roles laborales y familiares; una eventualidad específica es el acompañamiento y la educación de hijos y/o personas a cargo. 

Otra de las investigaciones realizada en Suecia con mujeres de 43 años en la adultez intermedia determinó que las dificultades en la salud estaban relacionadas con preocupaciones financieras, tensiones en el trabajo y en la ejecución de un elevado trabajo doméstico, -el cual era poco remunerado-. (Mellner, Krantz y Lundberg, 2006. Citado por McFadden (2012) exponen como concomitante a la salud y a los roles sociales las mujeres entre edades de 26 a 54 años fueron más propensas a reportar advenimientos y problemas; muchos de los roles estuvieron asociados con la presencia de dificultades en la infancia, acción de tiempo completo como amas de casa y ejecución de rol como madres solteras. 

Otro estudio en la India desarrollado por Singh y Singh, (2006) estuvo relacionado con el estado familiar y psicosocial de algunas mujeres. Tomando como ejemplo a una maestra de escuela encontraron que el estado de salud puede verse afectado durante la adultez intermedia por los cambios psicológicos que se presentan en este ciclo vital.

Asimismo, un estudio desarrollado en Suecia con mujeres chilenas -edades de 40 a 60 años- realizado por Binfa, Robertson y Ransjo-Arvidson (2010), plantea como después de permanecer 15 ó 20 años las mujeres detallaron falencias de salud, evidenciando dificultades por la notoriedad de ser inmigrantes; a partir de los hallazgos se denota la importancia del acompañamiento psicológico en la vivencia y en la percepción de experiencias traumáticas. 

De igual forma Griffiths, Verde y Bendelow, (2006) estudiaron la ética de las intervenciones médicas en mujeres que se encontraban en la adultez intermedia, a partir del estudio se generaron incertidumbres sobre la ética de la medicina y la relación de nuevos conocimientos con la información genética. Las intervenciones médicas estuvieron relacionadas con el reemplazo hormonal, prueba de densidad ósea y cribado de mama.

Por su parte Ward, Scheid y Tuffre (2010) investigaron las variaciones transculturales en la prevalencia de síntomas con 1.115 mujeres en la adultez intermedia en edades entre los 45 y 55 años. Se realizó una comparación de los hallazgos de mujeres de la adultez intermedia en el Reino Unido con datos similares encontrados en China, Japón, Canadá y Estados Unidos. Los síntomas se encontraron relacionados con el estado menopáusico, muchos de ellos estuvieron relacionados con diarrea, dolor de estomago, falta de aliento, dolor de garganta, dolor de espalda, dolor de cabeza, mareos, cansancio, irritabilidad, sensación baja o depresión, insomnio, sofocos, sudoración repentina, sudores fríos y sudores nocturnos. En el estudio se formuló la opinión de que los síntomas de la menopausia son consistentes en diferentes poblaciones.

Otro estudio desarrollado por Rawson, (1994) en la parte occidental de Estados Unidos incluye la religión como variable, en ella se realizó con una muestra aleatoria de 1.041 mujeres, en la que se tomaron como referencia tres grupos en los que se determinó el estado de bienestar de las mujeres en tres etapas 34-44, 45-55 y 56 a 66 años. Rawson formula la hipótesis de que se encontraría diferencias en los niveles de satisfacción con la vida, la autoestima, la depresión, y la satisfacción marital entre los grupos. 

Los efectos del estado civil, del nido vacío, los niños, la educación, el empleo, la denominación (religión), y la religiosidad (nivel de compromiso), fueron determinantes para los hallazgos en los que se analizaron las medidas de bienestar por medio de una muestra aleatoria. Los resultados fueron diversos, donde la crisis de mediana edad no es universal, en el estudio se detalló como las mujeres mayores de 55 años que aún tenían niños reportaron menos autoestima y menor satisfacción con la vida.

A través de otros hallazgos en el anterior estudio se demarcó como la crisis no es universal, y como por medio de variables correspondientes a la experiencias de las mujeres, la familia, el trabajo y la religión se sugiere darle más énfasis a otros aspectos relacionados con las relaciones sociales, el valor religioso y/o enfoque espiritual, dado que la mayor información se encuentra plasmado en la menopausia y el nido vacío. 

Rawson, (1994) sugirió como el exceso de énfasis hacia la menopausia y en el nido vacío puede generar poco interés a condiciones y estado de otros factores como el trabajo, las relaciones sociales y el valor religioso. Por otra parte, una influencia positiva estuvo relacionada con la educación, los ingresos económicos, el estado civil, y la religión.

Una amplia investigación se realizó en Melbourne con 438 mujeres entre 45 y 55 años de edad, inicio en 1991 y continuó durante más de 10 años. El estudio se relacionó con la calidad de vida en las mujeres. Por medio de sus categorías de análisis se denotaron los cambios hormonales, la transición de la menopausia, la salud física y la salud psicológica, además de la composición corporal, la memoria y el riesgo de enfermedad cardiovascular. (Guthrie, Dennerstein, Taffe, Lehert, & Burger, 2004ª) Guthrie et al. (2004ª)

Otro hallazgo en la salud física se relacionó con disminución ósea, aumento de la adiposidad central, síntomas vasomotores, insomnio y sequedad vaginal. Se evidenció aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, falta de actividad física y índice de masa corporal.

En el mismo estudio se detalla como la relación con la actividad física en la mujer puede representar un menor riesgo de los síntomas vasomotores.

Aunque en algunas mujeres se presente depresión mayor, la frecuencia de un estado de ánimo depresivo se incrementó por síntomas y factores relacionados con el estrés, además se evidenció un alto índice de masa corporal, de testoterona y un bajo nivel de estradiol –disminución de los niveles de estradiol- los cuales fueron determinantes en el aumento de riesgo de un evento coronario agudo. Otro factor a resaltar es como el funcionamiento sexual se deteriora de manera significativa.

Dentro de las características positivas en el estudio se encontró que la memoria verbal no se vio afectada en momentos posteriores a la menopausia, a la vez,  no se encontró aumento de preocupaciones sobre los cambios en la vejez.

Seguidamente, Krause (2007) citado por McFadden realizó un estudio para ver la exposición de eventos estresantes en la vida, plasmó un paralelo con el ámbito religioso, y se encontró que los factores de estrés surgen a partir de su creencia y su actuación.
Así, un estudio realizado con 4.558 japoneses en la crisis de los cuarenta relaciona la depresión con la influencia y el apoyo de amigos, la depresión podrían verse soportada por el intercambio de ayuda –recibir y dar apoyo-. Tarizawa et al. (2006).
Por su parte, Singh y Singh (2006) McFadden por medio de un estudio familiar y psicosocial con mujeres en edades de 45 y 55 años, observaron que los cambios psicosociales en un 74% de los encuestados estuvieron relacionados con el estrés representado por los niños en el trabajo como maestros de escuela, además presentaron miedo a la vejez y a la soledad. 

Otros como Schmidt, Murphy, Haq, Rubinow y Danaceau (2004) McFadden realizaron una comparación con mujeres en edades de 44 y 55 años, el 50% de la muestra representaban depresión y perimenopáusia, y el otro 50% por el contrario no presentaban el mismo diagnóstico.  Se realizó un registro de eventos estresantes por un periodo de 6 meses anteriores a la entrevista. Las mujeres sin depresión no registraron sofocos ni relación con el nido vacío, los cuales parecían ser relevantes en el desarrollo de la depresión. Por su parte las mujeres con depresión, desarrollaron eventos indeseables promovidos por falta de apoyo conyugal y apoyo social, esta clasificación era más propensa a reportar baja autoestima y percepción de eventos negativos en la vida.

De igual forma, Hernáez y Bardaji (2001) realizaron un estudio con 578 personas adultas, por medio de unas categorías de valores se conformaron las siguientes clasificaciones: “Junior” entre los 19 y 26 años y “Senior” entre 40 y 65 años. Su objetivo era evaluar estilos de personalidad, salud mental o personalidad saludable, además de evaluar el enfoque diferencial sobre las características por edad y sexo. De los resultados de la investigación se desprende que las personas en la segunda mitad de la vida en este caso adultez intermedia se caracterizan por una mayor orientación a los otros, -a su protección-, mayor reflexión, introversión, retraimiento, conformismo y un nivel más alto en los estilos de sensación, de sistematización y de control. Paralelamente los enfoques teóricos nos recuerdan que en la edad adulta se presentan cambios, crisis, estadios de maduración y transformación (zacares y Serra, 1998).
Enfoques, estados y transiciones en la mitad de la vida

Martinez (2005) expone por medio de varias autores diferentes aspectos relacionados con la adultez intermedia, relacionaremos algunos de ellos: 

Gould, Villantt, Havighurt, Peck, Keagan, Kohlberg y Erikson. Gould (1972, 1978) formula siete transiciones en el desarrollo de la edad adulta dados entre los 16-18 años hasta los 50-60 años.

Villant (1977) plantea acciones –tareas- fundamentales, las cuales las divide en diferentes edades para una buena adaptación, dentro de estas se encuentran: establecimiento, consolidación y transición. 

Havighurst (1948/1972) formula que para cada fase vital -las cuales se extienden a lo largo de la vida- se generan unas características de desarrollo, estas nacen del juego y se entrelazan entre el contexto histórico –social, el desarrollo biológico, las metas individuales y la personalidad de individuo. Para la fase en la edad adulta, establece unas tareas típicas relacionadas con la pérdida, con la proximidad al fallecimiento y con el envejecimiento, para esto Havighurst menciona como tarea general la adaptación a un cuerpo, la cual debe compensarse con las relaciones inter e intrapersonales. La adaptación a los cambios de la edad y el reafirmarse a la pertenencia de grupos de personas mayores es una de las recomendaciones y sugerencias, además del fortalecimiento de actividades de ocio, y la adaptación y ajuste –disposición- al área financiera.

Peck establece cuatro enfoques, fundamentando alternativas de solución. Para Beck la flexibilidad se contrapone a la rigidez mental, al redefinir las relaciones, el empobrecimiento emotivo se contrarresta con la flexibilidad, y la actividad física se compensa con el conocimiento y la sabiduría. Entre tanto Keagan (1982) propone seis fases del desarrollo entre ellas: incorporativa, impulsiva, imperial, interpersonal, institucional e interindividual. El autor elabora varias teorías evolutivas, aunque muchas de sus teorías de crisis normativas provienen de las etapas formuladas por Erikson, -manifiestas como “ocho edades del hombre”-.  

De igual manera Loevinger (1976) a través de Kohlberg, formula una teoría con base a los postulados de Erikson, en ella atiende a la noción psicoanalítica del yo y las tesis morales; las teorías en sí son una profundización de los temas planteados por Erikson. Ahora bien Erikson amplió las etapas expuestas por Freud, abrió camino al estudio en sus ocho etapas psicosociales, cambio el modelo psicosexual por el psicosocial.   Uno de los planteamientos de Erikson en las diferentes crisis y etapas se encuentra relacionada con el aspecto inconcluso, cuando no se da un paso a otra, si una crisis no se resuelve satisfactoriamente causa dificultad y demanda energía constantemente en su devenir.

En el siguiente artículo se ampliará información sobre las crisis producidas en la mitad de la vida -"crisis de la mitad de la vida"-.

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