domingo, 6 de enero de 2019

LA ADULTEZ INTERMEDIA Y SU RELACIÓN CON JUNG

                                                       Por: Leidy Cañas Torres
Psicóloga. Magíster en Psicología
Gerente y Representante Legal de la empresa
"Gerencia de Sí Mismo"

Teniendo en cuenta las características, los cambios y las crisis en la adultez intermedia, Lachman (2016) describe como la mediana edad y la vejez son similares, en algunos casos existe la estabilidad en la edad adulta, en otros casos se encuentra el pico y el nadir. Las suposiciones sobre lo que ocurre entre la juventud, la adultez temprana y la adultez tardía se hacen a menudo con especulaciones, muchas de ellas se fundamentan en conclusiones incorrectas sobre lo que es la adultez intermedia.

Es importante detallar que en la adultez intermedia no se llega a las siguientes aproximaciones dado a la depresión, a la alegría y a felicidad constante, en este caso algunos serán más felices que otros, y otros por el contrario experimentarán angustias, temores y desdichas.

En la mitad de la vida se favorece la decisión de alcanzar algunos de los objetivos y aspiraciones no resueltas, lo que trae mejora y crecimiento en cuanto a la consecución de un objetivo. Una de las razones claves del estudio en la mediana edad esta relacionado con aumentar la atención abordando estereotipos e ideas falsas, que pueden tener consecuencias negativas para la salud. A menudo los medios de comunicación exponen características e imágenes negativas sobre los efectos perjudiciales para la salud y el envejecimiento (Levy, 2009) citado por Lachman (2016), simultáneamente la crisis de la mitad de la vida promueve estereotipos que se representan a menudo en los medios de comunicación, siendo la persona sujeta a innumerables chistes. Las personas que se encuentran en la mitad de la vida se enfrentan a expresiones, comentarios y suposiciones, lo que les lleva a enfrentar múltiples responsabilidades y hacer frente a los signos físicos y  a los procesos cognitivos del envejecimiento, lo que les lleva a experimentar una gran cantidad de estrés al tratar de adecuarlos.

Alonso (2004) en su artículo manifiesta como Jung le da importancia a la adultez intermedia – mitad de la vida- por el cambio y el cuestionamiento que se presenta. Hace alusión a las enfermedades que se presentan y se manifiestan a causa de la falta de sentido de vida, bajo la misma corresponsabilidad de las personas que se encuentran en esta etapa, en la adultez intermedia aparece un momento crítico presentando la disyuntiva entre dos estilos de vida o dos etapas de vida. El individuo desarrolla un estilo de vida – forma de vida- que la ha significado el sacrificio de potencialidad, llegando al momento en que las exigencias se rebelan y requieren ser tenidas en cuenta -la enfermedad pone a la persona contra la pared y la obliga a tomar una decisión con respecto a su futuro-, sin embargo, existe la posibilidad de desarrollar un crecimiento personal que lleve a la persona a un estado de realización mayor al que tenía antes de la aparición de su notoriedad –neurosis-. Una cuarta etapa terapéutica Junguiana esta dirigida a la transformación ética ante la vida, la cual lleva a encontrar las propias metas en el plano moral, proceso de desarrollo humano: individuación, proceso dado en la mitad de la vida.

Ahora bien, la mitad de la vida también puede ser un momento crítico para la ejecución de muchas áreas relacionadas con los ingresos, la posición, le liderazgo en el trabajo, la familia, las habilidades en la toma de decisiones, la auto-confianza, la autoestima y las contribuciones con la comunidad.

A saber, los adultos en la adultez intermedia parecen ser propensos a desarrollar crisis, esta misma mirada puede estar implicada en una personalidad neurótica, que a un período de edad en particular y mucho más en la adultez intermedia (Lachman, 1994), ya que acontecimientos como el divorcio, pérdida de empleo, problemas de salud, pueden ocurrir en cualquier período o etapa de vida.

La crisis puede ser utilizada como excusa para el mal comportamiento y como una axplicación de un estado de ánimo negativo a un cambio de objetivos, se puede promover una creencia generalizada de que la crisis es una parte natural e inevitable de la mitad de la vida. Se requiere ser precavido al brindar un diagnóstico relacionado con el tratamiento de afecciones más graves como la depresión, la fatiga, las deficiencias hormonales y las enfermedades físicas.

La adultez intermedia cae en un momento crítico en la intersección de las trayectorias ascendentes y descendentes en muchos dominios, lo que nos proponemos puede conducir a un equilibrio óptimo de las fortalezas y las debilidades. La adultez intermedia es un período privilegiado para conexiones a través de períodos anteriores y posteriores del ciclo vital. Este opera en el ámbito individual, en la vinculación de experiencias de la infancia, como en la salud y la la vejez. También se relaciona con los niveles interpersonales e intergeneracionales a través de roles tales como la crianza, el cuidado, y la tutoría. No solo los de mediana edad tiene impacto en el bienestar de las personas que cuidan, su propio bienestar está también afectado por las circunstancias de los que les rodean.

La adultez intermedia proporciona ganancias y pérdidas en muchos procesos relacionados con el paso de edad y envejecimiento (Lachman, 2015). El uso de capacidades cognitivas como la experiencia y las habilidades relacionadas con el conocimiento (inteligencia) se encuentran en un camino ascendente, mientras que la adquisición de nuevos conocimientos en condiciones aceleradas (aspectos físicos, mecánica) se encuentra en una trayectoria descendente (Salthouse, 2010). Por consiguiente, la adultez intermedia se encuentra en una posición particularmente beneficiosa en el curso de la vida con un balance de cambiar las fortalezas y limitaciones.

Algo a destacar es como se pueden retrasar, minimizar e incluso evitar algunos de los cambios en el funcionamiento biológico, psicológico y social. Los adultos en la mediana edad son capaces de gestionar múltiples funciones con eficacia y mantener una buena salud, a la vez, puede arrojar luz sobre la manera de optimizar el desarrollo durante todo la vida. En la adultez intermedia se mejora los dominios, la toma de decisiones, la productividad, la creatividad, la sabiduría y el liderazgo.

Así mismo Lanchman, (2016) describe como Jung fue uno de los primeros defensores del desarrollo de la mitad de la vida, reconoce la relevancia de la edad media, lo que llamó la tarde la vida ((Jung 1933) citado por Lanchman), nombra como los años intermedios 40 y 59 años son lo que más se pasan por alto.  Jung sugiere que hay una discontinuidad en las etapas de vida, sin estar preparados se da el paso en la adultez intermedia, “tarde de la vida” sin estar preparados, se da el paso con la falsa suposición de que las verdades e ideales servirán como hasta ahora o hasta el momento de vida.

Jung percibía de manera contundente que es en la adultez intermedia cuando se presenta la oportunidad de realizar el máximo potencial. Antes de la mitad de la vida, hay un proceso de expansión, es decir, la persona está interesada en alcanzar los logros más mundanos de la experiencia vital, tales como: establecer una carrera, casarse, educar a los niños, ser exitoso o exitosa; aspectos relacionados con el Ego (Sassenfeld, 2004). 

Al llegar a la adultez intermedia, es necesario una transición desde la expansión hacia la introspección, pues la persona cree que puede seguir el resto de la vida actuando bajo los principios desarrollados hasta entonces; la persona requiere recorrer el camino hacia lo interior para hacer una reducción a lo esencial (Ramos, 2014). La integración con el femenino y masculino, el desarrollo del sí mismo, la aceptación de la sombra y de la muerte, así como, la relación con lo trascendente o espiritual, son algunas de las tareas que deben resolver conscientemente las personas en la mitad de la vida.


Por su parte Jung, (2002) expresa que en la mitad de la vida, se encuentra una pérdida duradera de ánima, lo que significa una creciente pérdida de vitalidad, de flexibilidad y de humanidad. Suele aparecer una rigidez prematura, cuando no arterioesclerosis, estereotipia, terquedad, doctrinarismo o lo contrario: resignación, cansancio, abandono, irresponsabilidad y finalmente un ramollissement  infantil con inclinación al alcohol. De esta manera en la segunda mitad de la vida, se debería restabler en lo posible la relación con la esfera arquetípica de las vivencias. (Jung, 2002, p. 71)



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