Por: Leidy Cañas Torres. Psicóloga. Magíster en Psicología
En la adultez intermedia o mitad de la vida, surgen aspectos relacionados con el proceso de individuación planteado por Jung (2011). Su definición parte del proceso de plenitud que requiere la persona para encontrarse a sí misma, siendo el individuo un ser total e indivisible. En sus diferentes fases se encuentra transformación y se realiza una diferencia entre el yo y el ego para adaptarlo, es la realización de la unicidad del individuo mediante la ampliación de la conciencia, reúne varias concepciones relacionadas con la mismación y la autorrealización, llegando a ser la persona completamente diferenciada e integrada. En este proceso se encuentran dos fases: la de expansión en la primera mitad de la vida y la de introversión en la segunda (Jung, 2011).
Cuando las personas en lo cotidiano hacen referencia a la adultez intermedia se plantean en un lenguaje coloquial expresiones sobre su “preocupación” por llegar a esta etapa, les preocupa llegar a la “treintañez” queriendo evitar una realidad de un proceso evolutivo. También puede encontrarse la suposición de que en esta edad la persona tiene estabilidad en las diferentes áreas, se espera que este económicamente estable, con una individuación completamente desarrollada, sin necesidad de cuestionarse y replantearse aspectos personales o sociales, porque se encuentra una suposición de que los procesos deben estar claros e identificados. Cuando por el contrario las personas vivencian o experimentan sucesos propios de esta edad como: la identificación del yo, la revaluación del sí mismo, la exposición de aspectos inconscientes en la cotidianidad, -aún sin reconocer los conceptos de inconsciente o consciente y la integración de las polaridades- (Jung, 2011) pueden no encontrar salidas, apegarse a circunstancias que les hacen daño, generando inconformidad, sufrimiento y desasosiego, (Frank, 1989) adicional a esto se pueden presentar poco valor, baja confianza y poca autoestima (Guidano, 1991).
Por otro lado, el consumismo y materialismo actual, reforzado por los medios de comunicación, lleva a las personas a recurrir a actuaciones recurrentes manifiestas por la inmediatez, moda, y superficialismo (Stigligtz, 2002) como salida a las dificultades presentadas en “la mitad de la vida”. Esto podría deberse a que el reconocer la propia realidad (identidad cultural) no es nada fácil y genera sentimientos de dolor, siendo así, más cómodo y menos problemático pensar cómo piensan los demás; hacer lo que hacen los demás, explicar y argumentar como lo hacen los demás; para no ser cuestionado (Baró, 1990) Aún más, es más fácil ser llevado por un superficialismo o consumismo que observar una realidad poco llamativa y dolorosa. El reconocimiento de esa realidad duele, porque lleva a encontrarse con una sensación de abandono y desprotección, con sensación de vacío, agobio y desagrado (Guidano, 1991).
Esta transición, aunada a factores de riesgo que se encuentra en la persona, puede llevar a dificultades para afrontar las circunstancias que se presentan durante esta etapa, en suma, genera la aparición de problemas serios en su salud mental. Los informes epidemiológicos en el Municipio de Medellín muestran que el índice de suicido del año 2014 corresponden al 50% en hombres, entre edades de 15 y 29 años, y en las mujeres se observó un grupo entre edades de 30 a 34 años, el cuál fue el más afectado con un 20% en comparación con los demás porcentajes de edades, presentando una incidencia más baja, se resalta que el 51% de los casos tenían 34 años o menos y llama la intención en el año 2014 el incremento de casos en mujeres de 50 a 59 años (Zapata, 2015).
En el mismo análisis desarrollado con la distribución de frecuencias de diagnósticos por enfermedades relacionadas a trastornos mentales entre 45 a 65 años en servicios de consulta externa se encuentra: de 41.260 consultas un 25.33%; bajo estos datos se establecen en ciertos diagnósticos específicos con más incidencia en demencia no especificada, trastorno mixto de ansiedad y depresión y trastorno de ansiedad generalizada (Zapata, 2015).
De acuerdo a los casos relacionados con los trastornos mentales reportados en el RIPS (Registro Individual de Prestación de Servicios) del año 2014 reportado en consulta externa se encuentra una prevalencia del trastorno mixto de ansiedad y depresión en edades de 45 a 65 años, con un total de 5.771 personas de las cuales el 9.82% 1.126 son hombres y el 19.73% corresponden a 4.645 mujeres. El segundo trastorno con más prevalencia se encuentra relacionado con el trastorno de ansiedad no especificado con un total de 2.469 personas (7.05%) 512 hombres (4.47%) y un total de mujeres con 1.957 (8.31%) (Zapata, 2015).
Los servicios de urgencias con edades de 45 a 64 años de edad representan un total de 907, con un porcentaje de 19.68%. El trastorno mixto de ansiedad y depresión, trastorno de ansiedad no especificado y trastorno afectivo bipolar no especificado representan un dato de 31.97%, las mujeres presentan un porcentaje mayor al de los hombres con un 64%. El trastorno de ansiedad no especificado representa un total de 298 (10.68%), 106 hombres (8.05%) y 192 mujeres con un 13.02% (Zapata, 2015).
A Pesar de todo lo planteado hasta ahora, en las políticas públicas en Colombia no se encuentra una descripción de la adultez intermedia, ni se especifican propuestas o programas que fundamenten, establezcan derechos o beneficien a esta población; en síntesis, no se establecen programas que aborden problemáticas o eventos vitales como el duelo por separaciones o perdidas afectivas, la soledad, la inestabilidad a nivel laboral, procesos de introspección, entre otras cosas que suelen preocupar a las personas en esta etapa evolutiva, vivenciados y desarrollados en los diferentes ámbitos.
Se encuentran intervenciones, algunas de ellas psicosociales, individuales y grupales para la población general que abordan síntomas y psicopatologías muy concretas, un ejemplo de ello es la unidad de duelo de la Funeraria San Vicente, en la cual realizan intervenciones grupales e individuales a partir del duelo, pero no se observan intervenciones en un ámbito general en la ciudad de Medellín que permita afrontar las características plasmadas en la mitad de la vida y ayuden a disminuir la probabilidad de ocurrencia de problemas psicológicos en la adultez tardía. Este es un aspecto fundamental dado que en Medellín los estudios epidemiológicos muestran dificultades como trastornos de ánimo y suicidio en dicha etapa (Zapata, 2015), igual que otras.
Diversos investigadores, concretamente en Norte América consideran que la población de adultez mayor es cada vez más elevada, por lo tanto, deben enfocarse las intervenciones desde un modelo de prevención que reduzca la posibilidad de aparición de enfermedades tanto físicas como mentales las cuales representan altos costos en las personas y estados.
Jay Olshansky (Klatz & Goldman, 2003) manifiesta como el envejecimiento puede ser modificable, los costos se pueden disminuir en tratamientos que acarrean enfermedades como el alzhaimer, la pérdida de la memoria, la diabetes, entre otras. Se produce un beneficio por la reducción y prevención de las enfermedades manifiestas en el envejecimiento disminuyendo el costo a nivel mundial. Nir Barzilai del instituto de Albert Einstein realiza estudios con centenarios (Atzmon et al., 2004); en este estudio a pesar de encontrar personas que no se encuentran netamente saludables realiza una descripción de sus genes, los cuales protegen a la persona contra las diferentes manifestaciones orgánicas o dificultades; las células individuales tienen mutaciones que se asocian con la longevidad generando así protección en los genes de la persona. Cuando se analizan las mutaciones provocadas en las células y al observarlas en un ambiente hostil, las mutaciones disminuyen la velocidad de envejecimiento. Ageless Nation (Zey, 2014), Busca un tratamiento para retardar las enfermedades, una de las preguntas que ella realiza es, ¿cómo poder demostrar esta reducción o retardo, generando beneficios para la población en general?
Una intervención propuesta desde un modelo teórico como el de Jung permitiría estructurar elementos de prevención de las dificultades emocionales antes citadas por medio de la identificación y reconocimiento en ámbitos personal con los siguientes elementos: Resignificación y adaptación a partir de los cambios de la adultez intermedia, integración del animus y anima, el yo, el desarrollo del sí mismo, aceptación de la sombra, la muerte, la individuación y encuentro con elementos espirituales.
Por medio de un programa de intervención se estructurarán elementos a una población que hasta el momento ha sido poco atendida, los aspectos a trabajar amplían áreas de conocimiento en donde el proceso de introspección se desarrolla a partir de los mismos cuestionamientos, dados por otras áreas.
Al llegar a este punto, la observación de polaridades que generan otros puntos de vista, la resignificación de aspectos personales lleva a un elemento crucial y es cuestionarse y observar que dentro de sí mismo también se pueden encontrar elementos negativos, la observación de esos elementos llevan a determinar el grado de estabilidad emocional presentado o por el contrario se observa el grado de inestabilidad que se tiene en ámbitos individuales.
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Zey, M.G. (2014). Ageless Nation: The quest for superlongevity and physical perfection (New horizon). New Jersey.
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