Por: Leidy Cañas Torres. Psicóloga. Magíster en Psicología.
La adultez intermedia es una etapa en la que es inevitable pasar por ella; realiza un enlace o conexión con el ciclo de vida final como lo es la adultez tardía o adultez mayor. En la adultez intermedia se encuentran procesos de introspección, reconstrucciones, fundamentos y cuestionamientos de lo que se ha hecho y lo que queda por hacer (Engler, 1996).
La persona comienza a experimentar sensaciones y necesidades emocionales que antes le podrían pasar totalmente inadvertidas; los sueños, las metas e ilusiones forjadas veinte años atrás o durante toda su vida suelen no ser tan claras, generando inconformidad y disgusto, aún con presencia de angustia o desesperación. Cuando la persona logra darse cuenta y entender que es lo que pasa con ella misma, su entorno, la sociedad, el sentido de vida, la productividad, a primera vista, su forma de ver el mundo y su percepción cambian, evocando situaciones y sensaciones gratificantes para la terminación de su vida con nuevas metas establecidas desde un ámbito emocional estable y con estados de consciencia pertinentes a su edad (Engler, 1996).
Adviértase que pesar de todo, y bajo otras áreas, la relación de pareja surge conflictos que estaban latentes a lo largo del tiempo y duración, evidenciando acciones sin resolver. Se encuentran diferentes aspectos que constituyen una fuente de aceptación a cambios corporales; en el ámbito sexual, el juego de la seducción es diferente; se generan procesos de adaptación, ajuste a cambios biológicos normales. En ocasiones la persona tiende a hacerse más hostil, a reducir el contacto con su esposa e hijos, se apega a otras actividades como ver programas de entretenimiento, puede llegar tarde a casa sintiéndose en ocasiones insignificante, impotente, y en otras instancias, envejecido.
Ahora bien, a pesar de todo, el individuo puede sentirse más abandonado si la pareja ya no le dedica tanto tiempo como antes, decide trabajar, o continuar sus estudios, o simplemente divertirse con sus otras amigas o personas. De acuerdo a la estabilidad de la pareja y el tiempo que hayan pasado juntos, estos dos factores permiten la proyección de la vejez en conjunto, dando una posible tranquilidad a la misma.
Acaece, no obstante que el individuo toma consciencia de la muerte, se genera una adaptación de los proyectos y metas pasados, se genera comprensión e integridad, desarrollando un proceso de individuación donde se aceptan errores, fracasos, egos y contenidos vitales ejercidos en el proceso de vida.
Al lado de todo lo anterior, se presenta un desprendimiento acelerado produciéndose un encuentro desencuentro entre padre e hijo, cuando el padre está pasando por un periodo crítico y además altamente sensible: necesitando comprensión, calidez y ternura, llega a percibir que los hijos en ocasiones pasan por un proceso natural y en vez de acercarse a mitificar estas problemáticas, se alejan.
Consideración de la adultez intermedia desde la perspectiva de Jung
La adultez intermedia se encuentra relacionada con el desarrollo del yo, el cual busca transformarse en la maduración del sí mismo, al darse el cambio el hombre cree que puede seguir en la segunda mitad de la vida con principios y medios de la primera, la adultez intermedia a de ajustar la realidad exterior, exige la reducción a lo esencial, la introspección en lugar de expansión, el camino hacia lo interior (Engler, 1996).
En la adultez intermedia surgen aspectos inconscientes que pueden confrontar a la persona, se generan cuestionamientos, muchos de ellos relacionados con preferencias e incorporación de nuevas actitudes que anteriormente parecerían extrañas o poco aceptadas, se presenta la confrontación por los propios gustos; la persona puede empezar a sentirse inseguro, generando desorientación, perdiendo el equilibrio. La seguridad dada por ideas o pensamientos que hasta el momento le generaba tranquilidad quedan supeditadas por las vivencias o pensamientos de cambio en ámbitos psicológicos como físicos (Jung, 2011).
Uno de los elementos a trabajar en la adultez intermedia está relacionada con el proceso de individuación. Este proceso esta compuesto por varios elementos: el yo, el sí mismo, encuentro con elementos espirituales, aceptación de la sombra, componentes de contradicción (polaridad – contradicción), integración del animus y anima, resignificación y adaptación a partir de los mismos cambios.
El proceso de individuación planteado por Jung, (2011) comienza a manifestarse en la adultez intermedia o mitad de la vida. Su definición parte del proceso de plenitud que requiere la persona para encontrarse a sí misma, siendo el individuo un ser total e indivisible. En sus diferentes fases se producen transformaciones y se realiza una diferencia entre el yo y el ego para adaptarlo, es la realización de la unicidad del individuo, mediante la ampliación de la conciencia. Reúne varias concepciones relacionadas con la mismación y la autorrealización, llegando a ser la persona completamente diferenciada e integrada. En este proceso se presentan dos fases: la expansión, en la primera mitad de la vida, y la introversión, en la segunda (Jung, 2011).
En este punto la oportunidad se puede presentar a través de una crisis u otra, para hallar el propósito propio de la vida; es un desarrollo humano, entendido por Jung como un proceso de individuación (Jung 1998). Es un proceso de plenitud, requiere que cada persona se encuentre a sí misma, diferenciando el ego y estableciendo en lo posible la incorporación de su aspecto contrario, siendo una tarea de la segunda mitad de la vida o adultez intermedia, sin tratar de evitar ser estático, o evitando el aferrarse a la vivencia de las primeras etapas de vida.
El yo (Engler, 1996) es entendido por Jung como el núcleo consciente de la persona, el centro de su obrar y juzgar. En la primera etapa de vida, el niño vive del todo en el inconsciente, el cuál se aparta cada vez más a partir de sus vivencias y experiencias, formando un yo consciente.
Se entiende lo espiritual o transpersonal como algo que se sale del marco de lo psicológico y del inconsciente colectivo (Jung 2003). Jung percibía de manera contundente que es en la adultez intermedia, cuando se presenta la oportunidad de realizar el máximo potencial (Engler, 1996). Observa que, en el pasado, en la primera mitad de vida se desarrolla preferencias naturales o innatas básicamente para lograr los aspectos mundanos de la experiencia vital como establecer una carrera, casarse, levantar los hijos, ser el mejor, entre otras, logrando alcanzar niveles de ego.
Reconoce tres etapas principales de la vida: la infancia, la juventud y la edad adulta, esta última comienza alrededor del cuadragésimo año, Jung enfatiza que la vida realmente comienza a partir de la mitad de la vida o edad adulta (Engler, 1996).
El hombre desarrolla una persona o máscara que se amolda a las expectativas del entorno, donde busca afirmarse y protegerse a un mundo físico, en la primera mitad de la vida construye una persona firme y fortalece su yo, paralelamente sale la imagen reflejada del yo, la sombra, compuesta por rasgos muchos de ellos reprimidos y no vividos (Jung, 2011). La sombra no es identificada solamente como negativa u oscura, cada cualidad, rasgo o característica tiene su opuesta, siendo también positiva, cuando se cree cultivar solo una cualidad, el lado contrario, actúa y se fortalece fuertemente en el inconsciente (Engler, 1996).
En la adultez intermedia se encuentran dos componentes de contradicción:
El primero de ellos estructurado con la polaridad - contradicción y el miedo al problema, el cual está relacionado con no ver la parte contraria de la actitud consciente. La limitación, endurecimiento y obstinación creados por sus experiencias y conocimientos, se correlacionan al apego o aferramiento de antiguos valores y costumbres practicados o interactuados en un contexto o grupo social, el cual por lo general mediatiza la forma de comportarse y es llevado por gustos diferentes a los requeridos en el contexto vital e individual de una persona (Engler, 1996).
El segundo componente se encuentra relacionado con hacer conscientes algunos valores o polaridades, muchas de estas contradicciones aparecen en esta etapa de vida, porque en etapas anteriores los egos o intereses personales no eran tenidos en cuenta o no generaban la priorización que se requieren revaluar en la adultez intermedia.
El egoísmo y orgullo se puede ver mediatizado por el compartir y el interés comunitario, la sensatez sería uno de los puntos a ejemplificar dado la aceptación de singularidades personales e incorporación del sí mismo, enmarcando procesos de introspección diferentes a procesos de extroversión. la aceptación se da más por un aspecto individual, que por gustos o preferencias dados por otros o actuados en contextos culturales y sociales.
Jung desarrolla el concepto de ánima y animus, para realizar un trabajo interno consciente, con relación al ánima se requiere no deprimir los humores, emociones, afectos, a la vez no desvalorizar algunos aspectos como si fueran debilidades; se requiere expresar la parte inconsciente para escalar aspectos conscientes. Hay que aprender a utilizar y valorar los opuestos de las preferencias, los introvertidos desarrollar su extraversión, los sensoriales su intuición, los críticos su receptividad, entre otras (Jung, 2011).
En la adultez intermedia, se revalúan los rasgos femeninos y masculinos, la aceptación de otros gustos u aptitudes requiere de madurez y seguridad al aceptarlos, al lado de ello sinceridad consigo mismo, para llegar a confesarse y decirse que todo o mucho de lo que le atrae de un hombre o una mujer lo puede llevar en sí mismo, siendo además poco fácil para un hombre con la masculinidad muy arraigada y varonil aceptar sentimientos y ser creativo en algunos aspectos; los rasgos femeninos relacionados con lo creativo, los sentimientos, la delicadez, entre otros, se proyecta en las mujeres, sin embargo una persona de sexo masculino puede llegar ha admitir y rechazar esa parte en él; al llegar a este punto llega a un ideal de fascinación constante hacia el femenino en este caso representado en las mujeres.
Para Jung una técnica importante para la educación del ánima es la conversación con los propios sentimientos, estados de ánimo y el propio inconsciente, además es necesario el desarrollo consciente de la estructura de un sentimiento, la adaptación al cambio y la sensibilidad artística, entre otros, otro de los ejemplos se encuentra relacionados con el símbolo, el arquetipo y la religión, los cuales amplían y desarrollan conceptos para trabajar el inconsciente y hacer un desarrollo consciente con el ánima y animus manifiesto en Jung (Engler, 1996).
Para la integración del Animus en la mujer en la adultez intermedia, al contrario la religión tiene una función distinta a la del hombre, para la mujer las exigencias ascéticas y morales son importantes para salir de estereotipos y prototipos relacionados -en algunos casos- con el instinto protector e instinto maternal, se integran acciones relacionadas con el empeño práctico, con la responsabilidad, la seguridad, la determinación, la apropiación del sí mismo, la coherencia entre sentimientos y acciones, adecuando experiencias prácticas en el desarrollo e incorporación de su aspecto contrario (Engler, 1996).
Uno de los aspectos que se retoma en la adultez intermedia es el concepto de comunidad/orgullo concepto que ayuda a integrar el ánima, animus y al hombre dentro de la comunidad. La persona por una parte es lo suficientemente modesto, no se siente solo y esta acompañado por los demás, es capaz de abrirse al otro sinceramente reflexionando e introyectando sus estados de ánimo y su contra posiciones. De acuerdo a la actitud y postura recibirá de su comunidad una ayuda eficaz para integrar “anima” y “animus” alcanzando anímicamente el equilibrio. Si por el contrario se es demasiado orgulloso la persona se aísla obstaculizando su integridad y la relación con los demás (Engler, 1996).
Jung no delineó etapas del desarrollo de la personalidad, manifiesta que en los años medios (35 a 40 años) se establecen comienzos importantes; la madurez para Jung no estaba definida en términos de relaciones interpersonales sino en equilibrio e integración del yo, la autorrealización de sí mismo implica individuación y trascendencia, de acuerdo al termino de individuación la psique individual logra un grado más completo de diferenciación, expresión y desarrollo, en cuanto al concepto de trascendencia se refiere a la integración de los diversos sistemas del yo, hacia el objetivo de la integridad y la identidad con toda la humanidad.
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